¿Qué es un trauma psicológico?
Cuando escuchamos la palabra trauma, tendemos a pensar en sucesos catastróficos o situaciones extremadamente peligrosas, pero solo estaríamos describiendo el suceso traumático. Para definir de una forma correcta un trauma psicológico, debemos de mirar a la persona que lo experimenta, el contexto en el que se encontraba y sobre todo, tenemos que hablar de emociones.
Hemos de tener en cuenta que una misma situación puede tener un impacto totalmente diferente en una u otra persona, el que un suceso termine por producir un trauma psicológico es una cuestión subjetiva; de este modo, un mismo acontecimiento puede dañar a una persona, pero no a otra. Para que una persona desarrolle un trauma deben concurrir dos componentes: un factor objetivo (el suceso), y otro subjetivo (el individuo).
El individuo, componente subjetivo del trauma
El ser humano está dotado de un sistema adaptativo de respuesta. Este sistema, cuyo núcleo reside en la amígdala, tiene el papel de procesar y almacenar (integrar) las reacciones emocionales. Cuando una situación se percibe como una amenaza a la seguridad, integridad o supervivencia de uno mismo o de otra persona, se activa dicho sistema. Si los mecanismos de adaptación emocional se ven sobrepasados por la situación, la experiencia (y todo lo asociado a ella, como emociones, pensamientos, reacciones físicas o conductas) queda desestructurada y como consecuencia, la persona queda afectada psicológicamente. Los síntomas que experimentamos, son la forma en que nuestro cerebro intenta dar salida a esas emociones que le sobrepasaron y que no fue capaz de procesar.
El suceso, componente objetivo del trauma
La capacidad de nuestro cerebro para procesar nuestras emociones y las experiencias se puede ver sobrepasada de diferentes maneras y modos, no siendo siempre un único suceso el causante del daño traumático. Por ello, cuando hablamos de traumas podemos diferenciar dos tipos: Traumas (con T mayúscula) y traumas (con t minúscula).
Hacen referencia a acontecimientos generalmente inesperados y con un gran impacto emocional que han supuesto una amenaza para la vida de la persona o que han sido testigos de una amenaza a la integridad de otras personas. Un único suceso, en el que el sistema adaptativo de lucha o huida no resulta eficaz, produciendo un desbordamiento emocional y un bloqueo somático. Como consecuencia, se produce una “herida”, que hace reaccionar a la persona ante situaciones similares o algún aspecto que le recuerde la vivencia. Ejemplos de este tipo incluirían atentados, robos, accidentes de coche, experiencias de una batalla, abusos sexuales o físicos.
Consisten en sucesos dolorosos y reiterados en el tiempo. La experiencia por sí misma, aislada, es manejable emocionalmente, pero cuando la exposición es repetida, termina dañando nuestros recursos de afrontamiento. Los eventos traumáticos, a menudo suceden en el entorno social. Ejemplos como pueden ser varias pérdidas o situaciones de humillación y sufrimiento, producen en la persona “traumas interpersonales acumulativos” que afectan a la identidad de la persona y causan una baja autoestima.
El efecto acumulativo y la tendencia a “normalizar” aprendizajes sociales disfuncionales, hacen que este tipo de traumas, puedan llegar a ser tan impactantes como un trauma “T” incluso resultar más peligrosos, puesto que no siempre somos capaces de identificarlos.
Por todo ello, podemos definir un trauma psicológico como la experiencia individual y única de un incidente, una serie de incidentes o un conjunto de condiciones duraderas en las cuales se sobrepasa la capacidad del individuo de integrar su experiencia emocional, mantenerse presente, darle un sentido a su experiencia, y comprender lo que le está sucediendo. Las personas nos traumatizamos cuando nuestra capacidad de responder ante una amenaza percibida queda restringida en algún sentido y como consecuencia, podemos desarrollar diferentes cuadros de ansiedad que pueden ir desde el estrés crónico, hasta el trastorno de estrés post traumático.
La importancia de plantear un tratamiento integrado con un enfoque centrado en la persona, nos da las pautas clínicas para realizar una intervención y tratamiento eficaz de los traumas psicológicos.
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